La seductora flor menea sus pétalos
rojos y sensuales, carnosos y seductores.
Como no queriendo, se dobla y contonea
al suave roce del viento.
Abre y cierra sus pétalos
cual labios sedientos, emitiendo al viento
su aroma dulce y certero.
Con rápido aleteo,
llega presuroso y sin rodeos, el amante selecto.
Se detiene cauteloso y paciente la contempla.
Se posa suavemente, entre cáliz que la rodea.
Pasa la lengua, suave por la corola
Y
estremeciéndola, hace fluir el néctar
que la sazona.
Lame la miel con pasión y su lengua introduce
al interior de la lubricada flor.
La mueve de arriba a bajo y de un lado al otro
terminando con un profundo y impulso hasta el fondo.
La cabeza saca mojada, cansada y con polen
extasiadamente adornada.
La flor se estremece, mientras su amante, delicadamente se desprende.
El amante volando, a otra roja flor llega y con pasión
seducir se deja.
Emiliano Robles Becerril